Julio 2021

Vigo, España

Festival Vigo Cidade De Cor

 

El artículo 580 del código civil dice “Ningún medianero puede sin consentimiento del otro abrir en pared medianera ventana ni hueco alguno”. Algo descorazonador si no fuese por el artículo 581, “El dueño de una pared no medianera, contigua a finca ajena, puede abrir en ella huecos para recibir luces a la altura de las carreras y de las dimensiones de 30 centímetros en cuadro”. 

Estas pequeñas ventanas se denominan huecos de tolerancia y están pensados para satisfacer la servidumbre de luces (que entre algo de sol) pero evitar la servidumbre de vista (que no se vea a través de ellas y proteger la intimidad).

Galicia tiene mucha medianera y poca luz, un cóctel explosivo. Por ello resulta llamativo que la tolerancia tenga su límite en 30x30cm, exceder esto es, a todas luces, intolerable.

Quizás, la servidumbre de luces debería variar según cuan soleada sea una ciudad. Al fin y al cabo un ventanuco en Huelva puede ser un ventanal en Bilbao.

Pero… ¿Cuándo un ventanuco se convierte en ventanal? 

Esto era precisamente lo interesante en el muro que me tocaba intervenir. Las huellas en él dejaban entrever como reforma tras reforma se había ido estirando el primigenio hueco de tolerancia hasta llegar a un luminosamente intolerante ventanal de 100x100cm. Mi lienzo se encontraba agujereado asimétricamente por unos propietarios ávidos de vitamina D y es que no hay que olvidar que los coloridos murales urbanos están pintados sobre la oscuridad de las personas que habitan el lado opuesto de la pared.

Por esto creí necesario relajarme un poco y, por primera vez, hacer un mural que sirva al lado contrario; copia y pega, copia y pega, hasta generar un nivel de ruido y confusión propicio, facilitar que en la siguiente reforma sea más fácil seguir expandiendo esa comprensiva intolerancia en busca de luz.